PADRE LUIS PEDRÓN: HUMILDE SERVIDOR DE LOS MÁS NECESITADOS
//Silmari Rivas Rubin // Foto: Dorian Steve González
Tener la oportunidad de conversar con el presbítero Luis Danilo Pedrón Salvato, conocido cariñosamente como el "Padre Tío", es darse un tiempo de paz en el agobiante día a día; es llenarse de amor por el prójimo y de vida para seguir adelante.
Su humildad invita a continuar en el mundo, pero sumiso ante la voluntad de Dios, que el norte sólo sea existir para brindarles atención a quienes lo necesiten, sin que importe nada más que eso: ayudar. Fue así, pues, como este italiano de nacimiento, pero venezolano "reencauchado", se convirtió en el ser más querido, respetado y hasta venerado del norte de Naguanagua y algunos sectores de Valencia.
êl practica la pobreza en su propia vida, ya que con su humildad ayuda a muchas personas, siendo su mayor riqueza la capacidad para extenderles sus manos a quienes lo necesiten.
Empezó una importante labor social en la jurisdicción naguanagüense hace más de 40 años, cuando el sacerdote de la zona tuvo que marcharse a España debido a la gravedad de su padre. Al principio no fue fácil para él, por aquello de que "si el gato falla, los ratones bailan"; esto en virtud de que estaba encargado de la disciplina de los alumnos de la escuela agrícola de la Casa Don Bosco.
Pero no pudo negarse a la solicitud de unos fieles católicos de La Coromoto, al pie de Carialinda, quienes se reunían en la casa de la familia Escalona, de no "dejar morir" al grupo de oración que apenas habían fundado con la orientación del sacerdote saliente.
El presbítero se negó al principio, pero después les dijo que sólo podía asistirlos los viernes por la noche, "porque era cuando los muchachos se iban hasta el domingo por la noche, aunque algunos se quedaban para darles de comer a las vacas, conejos, cochinos y abejas; en fin, a los animales de la escuela".
Una vez que el padre Pedrón asumió las riendas de este grupo, empezó a familiarizarse con los habitantes de la zona y de sectores vecinos como La Bomba, Caprenco y La Entrada, entro otros, pues impulsó el ofrecimiento de clases de catequesis en el grupo escolar de La Coromoto, mucho antes de que Rafael Caldera, quien para entonces era presidente de la República, emitiera el decreto para autorizar las clases de religión en las escuelas públicas.
Esta iniciativa le permitió al presbítero formar el Grupo de Caprenco, el cual también está conformado por fieles católicos de Valle Verde, María Teresa Coronel, Atanasio Girardot y Montalbán, entre otros sectores. Un poco más tarde fundó el Grupo de La Bomba, el cual asiste a los vecinos de La Entrada, Vivienda Rural y comunidades aledañas. Después en La Trinchera y en El Cambur, para dar clases de religión en Morillo, Las Tablas, La Providencia y en El Cambur propiamente dicho, sector que cuenta con dos escuelas grandes: Bartolomé Salom y Carlos Felipe.
UN VIAJE A CHICHIRIVICHE
El involucrarse con los habitantes de la zona le permitió sentir las necesidades, conocer los sueños y, por supuesto, tenderles sus humildes manos. De manera que ya no sólo era ofrecerles formación católica, sino también cursos de capacitación laboral y la oportunidad de disfrutar de las maravillas creadas por el Ser Supremo.
A propósito de esto último, el padre coordina desde hace más de 35 años un viaje anual a las bellas playas de Chichiriviche con más de 70 personas; "llevamos arroz, pasta y pan, lo necesario para llenar la barriga, nada de finos (...) no hemos fallado ni un solo año". Antes era mayor el número de pasajeros, hasta 90 muchachos, todos de escasos recursos económicos; "ahora hemos bajado, porque el traslado de tantas personas resulta muy costoso". Este viaje representa, además, la culminación de las clases de catequesis y de los cursos.
De manera que Pedrón es reconocido como insigne profesor de la desaparecida escuela de agronomía de la Casa Don Bosco, de la cual forma parte desde hace 48 años, y por llevar adelante la catequesis en las zonas más humildes de Naguanagua y en algunos sectores de Valencia.
Además ha impulsado y sirve como guía de incontables grupos pastorales en sectores de escasos recursos para ofrecer asistencia a los más necesitados, lo cual lo ha convertido en un gran pastor y en el servidor más conocido del municipio naguanagüense, por sus buenas acciones para el rescate de la juventud.
Por si fuera poco, de él han salido tres vocaciones sacerdotales religiosas: monseñor Tulio Ramírez y los padres Albert Pacheco y Luis Felipe Ramírez. "Y monjas han salido un bojote", comenta con orgullo, como quien habla de los frutos de su cosecha.
Asimismo, este querido sacerdote ha servido como orientador de excelentes matrimonios y de buenos profesionales, muchos de los cuales trabajan directamente con él para mantener los programas de asistencia en las barriadas de Naguanagua.
Llegó a Venezuela cuando tenía 21 años de edad, proveniente de San Antonio de Padua, Italia. "Estoy reencauchado desde el año 72". Para la fecha aún no era sacerdote, pero después se marchó por un tiempo a Turín para estudiar teología "y volví en 1958 y aquí estoy". Desde entonces ha entregado su vida a la Casa Don Bosco, a la cual llegó muy joven; no alcanzaba los treinta años, incluso cuando aún no había sido ordenado.
Para la época sólo tenía el título de ingeniero agrónomo, carrera que cursó en Colombia, por lo que daba clases sobre esta área a los muchachos de este centro de capacitación, labor que lo mantuvo muy ocupado hasta 1984, cuando los estudiantes de agronomía fueron trasladados a Barinas.
Este religioso ha demostrado cuán cierto es aquel refrán popular que dice: "El hábito no hace al monje", puesto que ha dejado su sotana colgada y ha preferido vestir con sencillez y comodidad, aunque por ello haya recibido algunos regaños, para atender a sus hermanos. ***NOTITARDE***
El hombre es libre cuando ni teme ni espera nada. L.A.Petiet
tomado de https://es.groups.yahoo.com/neo/groups/laverdadcatolica/conversations/messages/386
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